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“El etiquetado es un elemento de comunicación del riesgo fundamental, pero no siempre el consumidor se da cuenta de la importancia que tiene”

ANA SERRA//

Foto Montaña Cámara

Montaña Cámara. Imagen cedida por la investigadora

Montaña Cámara es doctora en farmacia y catedrática de nutrición y ciencia de los alimentos en la Universidad Complutense de Madrid. Es también investigadora principal del grupo Alimnova (Nuevos alimentos. Aspectos científicos, tecnológicos y sociales). Desde hace más de veinte años, su grupo investiga sobre los aspectos sociales de los nuevos alimentos. En esta entrevista realizada en el marco del proyecto CADENUSA hablamos con ella sobre los aspectos más controvertidos de la biotecnología en alimentación y sobre la normativa de etiquetados nutricionales.

Una de las dificultades a las que se enfrentan los consumidores es entender qué es lo que comemos, a pesar de que, en principio, la información está disponible. En general ¿entendemos el etiquetado?

El etiquetado es un elemento de comunicación del riesgo fundamental. Pero, al mismo tiempo, esto hace que el etiquetado se haya vuelto muy complejo, porque aborda información de muy diversa tipología que complica su interpretación. En general la población sí está interesada en entender los etiquetados, pero el problema es que no sabe cómo informarse para poder interpretarlo correctamente y tomar decisiones informadas.

¿Cuál es la valoración de los semáforos nutricionales?

Particularmente creo que ya hay bastante información en el etiquetado que si supiéramos leerla y saber lo que significa sería suficiente, porque esos etiquetados interpretativos se basan en información que ya está ahí. Si supiéramos leer bien esa información, no necesitaríamos ninguna valoración más. Otra cuestión que genera confusión con respecto a los etiquetados nutricionales es que, dentro de los diferentes sistemas posibles de ese etiquetado, hay algunos que son valorativos, interpretativos. Es decir, que no se corresponden directamente con la información nutricional si no que incluyen unas fórmulas, unos algoritmos de decisión y unas puntuaciones y eso, claro, es modificable lo que lo hace aún más complicado de entender. Yo creo que más importante es hacer que la información que ya hay en las etiquetas sea fácilmente entendible y se simplifique. Eso es más importante que introducir nuevos elementos. Por ejemplo, el Nutriscore, buscando simplificar, dificultan el entendimiento. Porque su funcionamiento no es tan sencillo: no puedes comparar productos de diferentes categorías, pero al final es lo que la gente tiende a hacer.

Una de las actividades que desarrolláis como grupo de investigación desde hace más de 20 años son los talleres divulgativos sobre alimentación ¿Cuál es la valoración de estos talleres?

Nosotras, como grupo de investigación, comprobamos que es fundamental sacar el mundo científico de las aulas y el mundo científico de la bioquímica de los alimentos fuera del laboratorio. A nosotras nos permite descubrir aspectos y preocupaciones sociales que quizás no habíamos considerado previamente y así nos hemos planteado nuevos talleres. Para los participantes en los talleres el impacto también ha sido muy positivo. En general la alimentación es algo que nos preocupa: la hacemos varias veces al día, muchas veces incluso tenemos la responsabilidad de elegir los alimentos para otras personas y queremos hacerlo lo mejor posible.

la alimentación es algo que nos preocupa: la hacemos varias veces al día, muchas veces incluso tenemos la responsabilidad de elegir los alimentos para otras personas y queremos hacerlo lo mejor posible.

La aplicación de la biotecnología en el desarrollo de los alimentos

Hay algunos aspectos de la biotecnología que resultan controvertidos para el público general pero no para los científicos en general ¿por qué?

Lo que sucede es que hay una diferencia muy grande entre el conocimiento de la comunidad científica especializada en la materia y el conocimiento del público general. Esto, de alguna forma, es normal, porque la biotecnología y los estudios de genética han tenido en los últimos años una evolución grandísima y muy rápida. De hecho, el conocimiento de la tecnología que ha permitido aplicar la biotecnología al desarrollo de las plantas para crear organismos modificados genéticamente es muy reciente.

¿Ha habido una evolución de la percepción social de la biotecnología es estos últimos 20 años?

Al principio existía por un lado la desconfianza normal hacia una innovación. Y, por otro lado, se trataba también una tecnología que quizás utilizaba términos nuevos y complicados de entender, lo que propiciaba mucho desconocimiento. Además, en origen no existía al inicio una normativa europea común. Sí que existían normativas, pero no había un único referente europeo… al final todos estos factores, el miedo a lo nuevo y la falta un referente normativo común de evaluación de riesgos propiciaban la desconfianza. Todo esto ha evolucionado en los últimos veinte años. La terminología se ha normalizado, existe una normativa europea, y se ha podido comprobar que no comporta riesgos elevados para la salud, por tanto, sí que ha habido cierta evolución de la percepción social.

¿Diría entonces que ha aumentado la aceptación de la innovación de la biotecnología?

Bueno, más que más mejorar la aceptación yo creo que lo que ha habido es una reducción de la preocupación y el rechazo hacia las aplicaciones de la biotecnología. Esa parte de preocupación inicial es lógica. Especialmente porque al principio de las innovaciones había preocupación por las consecuencias a largo plazo, y ahora que ya ha pasado el tiempo se ha visto que no hay problemas. También se pedía que hubiera una normativa específica, que ahora ya se ha desarrollado. Al final todos estos factores han contribuido a la normalización de la biotecnología y esto acompañado la una aplicación que además no ha supuesto problemas negativos para la salud, lo que disminuye el rechazo.

Desde el origen del desarrollo de alimentos transgénicos ha existido cierto rechazo social, incluso a pesar de que se ha mostrado que son seguros y que aportan grandes beneficios para el consumo humano e incluso para el medio ambiente ¿De dónde viene este rechazo?

Los transgénicos son una tecnología novedosa que, en el caso de la alimentación, además, afectan directamente a algo que es muy importante para las personas: la alimentación. Todos tenemos en el imaginario social el término natural y aquello que hemos hecho siempre de una manera no queremos que se cambie. Es decir que no es tanto el rechazo a la tecnología que permite desarrollar productos transgénicos si no la aplicación de esa a los alimentos. De hecho, la tecnología de los transgénicos, aplicada a los fármacos, por ejemplo, ha sido aceptada totalmente sin demasiados rechazos. La diferencia fundamental es que creemos que con la alimentación podemos elegir, pero en cuestiones de salud pensamos que no. Cuando estamos enfermos lo que queremos es curarnos, no nos cuestionamos nada más. Fundamentalmente este rechazo a los alimentos transgénicos viene de ahí. También influyó mucho el momento histórico en el que se produjeron estos avances, que coincidió con la expansión de la globalización de la industria alimentaria. Muchos movimientos antiglobalización encontraron en los transgénicos un buen foco de atención y lo convirtieron en caballo de batalla.