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Mar

La propagación de bulos puede suponer una amenaza para la salud pública

ANA SERRA /

Las noticias falsas y los bulos han encontrado en Internet y en las aplicaciones de mensajería instantánea el ecosistema ideal para difundirse y propagarse. Algunos trabajos de investigación, como el publicado en la revista Health Policy and Technology, de 2018, han mostrado cómo las noticias falsas pueden suponer una amenaza para la salud pública.

Asimismo, un artículo publicado en la revista BMJ señalaba cuáles eras las características de lo que se conoce como negacionismo y que son en ocasiones la antesala de la desinformación; esto es, identificación de conspiraciones; utilización de falsos expertos; citación selectiva; creación de expectativas de investigación imposibles; tergiversación y falacias lógicas y de creación de la duda.

un momento de crisis sanitaria global, de lucha contra el virus SARS-CoV-2, puede convertirse en el escenario perfecto para la propagación de bulos de salud

Más allá de los límites éticos de la propagación de falsas noticias, existen numerosos ejemplos que muestran cómo la difusión de bulos en el ámbito de la salud supone una amenaza para la salud pública. Uno de los ejemplos más evidentes es la falsa pero extendida idea de la supuesta relación entre la vacunación y el trastorno del espectro autista.

Así, en un momento de crisis sanitaria global, de lucha contra el virus SARS-CoV-2, puede convertirse en el escenario perfecto para la propagación de bulos de salud. Por ello, el proyecto NoRumourHealth trabaja desde el año pasado para luchar contra la desinformación en salud y sus consecuencias en la población de mayores de 65 años. Estamos trabajando en el diseño de una aplicación para móvil, aunque en estos momentos, siguiendo las recomendaciones sanitarias, hemos pospuesto todas nuestras actividades hasta que la situación vuelva a la normalidad.

Mayores de 65: un sector de población especialmente sensible a la desinformación

Una investigación publicada por el European Research Council, realizada en Estados Unidos durante la campaña de las elecciones presidenciales de 2016 puso de manifiesto que el sector de población más proclive a compartir noticias falsas era el de los mayores de 65 años. De hecho, este grupo poblacional fue el que compartió de media hasta siete veces más contenidos provenientes de dominios falsos que la población más joven.

La dificultad de la lucha contra la desinformación radica en que investigaciones recientes, como la publicada en la revista Health Communication en 2018, muestran que desmontar bulos, una vez estos han sido tomados como verdaderos, es más complejo que limitarse a ofrecer pruebas que demuestren que la información era errónea. Es más, el hecho de que una noticia sea percibida como verdadera o falsa depende más de factores psicológicos que de la educación y cultura científica, tal y como muestra una investigación publicada en 2014 Memory and Cognition. Así, las investigaciones previas muestran que para que las falsas creencias sean desmontadas de manera eficaz, la corrección ha de realizarse de manera instantánea y de forma que el receptor no sienta que su visión del mundo está amenazada.

No Rumour Health es un proyecto internacional, coordinado por el equipo de ScienceFlows desde la UVEG y en el que además participan el Instituto Salud sin Bulos, FyG Consultores, Danmar Computers (Polonia) y European Pathfinders (Grecia).

[NoRumourHealth 2019-1-ES01-KA204-064037] is an Erasmus+ project funded under the Key Action 2: Cooperation for innovation and the Exchange of Good Practices, KA204: strategic Partnership for Adult Education. It has been funded with 129.543 € and has a duration of 2 years.

Translation: Amaia Crespo